Estos días hacemos vida normal frente al televisor con imágenes cruentas de guerra y muerte. Y lo hacemos casi sin pestañear, como quien ve caer una torre de arena. Un movimiento hipnótico y vacío de crítica o reflexión que se convierte en una herramienta perfecta para aquellos que intentar hacer política en nuestro país porque nosotros somos incapaces de interesarnos por conocer la verdad y formar una opinión personal.
La era de la tecnología pone a nuestro alcance toda la información que necesitamos, pero nos hemos desarrollado en la falsa creencia de que esta tecnología nos aportaría conocimiento sin necesidad de esfuerzo, sin implicación. Y en momentos convulsos, como el que sucede estos días entre Palestina e Israel, se deja constancia de lo ignorantes que somos a pesar de tener más información que nunca.
El periodismo no funcionará plenamente mientras no se instaure en nuestra sociedad la cultura de la información, la necesidad de conocer todo lo que pasa a nuestro alrededor para poder opinar. Está en nuestras manos usar de un modo correcto las nuevas tecnologías y reconocer que leer dos titulares no nos capacita para opinar y, por supuesto, nos aleja de poder ser parte de la solución.