En la comunicación gubernamental pocos son los cambios. Mientras las redes sociales transformaron la manera de comunicarnos y de recibir noticias, la política sigue igual. Los candidatos tienen estrategias del siglo pasado. Estamos sumidos en una comunicación política superflua, ficticia, frívola e irrelevante, derivado de ello, la elección de los candidatos no es la mejor.
El nivel de las propuestas determina la calidad de las soluciones, en un escenario donde todo es mediocre no existe una verdadera elección del mejor, ¡todos tienen áreas de oportunidad muy fuertes.
En el pasado la comunicación política se alimentaba de diciplinas clásicas como la ciencia política, la economía, la sociología o la historia, a partir de ello, la información de partidos, candidatos y campañas era seria, reveladora de la ideología de un partido o candidato, sin embargo, este modelo de comunicación política ha sido ampliamente rebasado por las nuevas técnicas de comunicación que se desarrollan a partir de modelos híbridos que combinan; la mercadotecnia con lo frívolo, lo sensacional y el poder de las redes sociales como medio de comunicación.
Por otro lado, los propios medios tradicionales que pudieran hacer un contrapeso a esta situación cada vez ponen menos atención a la información seria de la política y las campañas, a lo que deberían ser las noticias relevantes, en lugar de esto privilegian; los chismes, los rumores, los escándalos, la vida privada de los candidatos y actores políticos, así como la frivolidad de sus actos.
La comunicación política es un factor fundamental de la democracia, en ella radica la posibilidad de que la ciudadanía tenga parámetros de elección de sus gobernantes, las distintas propuestas de los actores políticos deben generar mecanismos de intercambio permanente de información y a su vez una comparación de las convergencias y las diferencias de sus ideas y corrientes políticas,que en el fin, deben ser propuestas de cómo entienden y como implementarían cada uno las soluciones a los problemas comunes de las personas.
Los medios tradicionales y la ciudadanía deben replantear la comunicación política y gubernamental, con estrategia. Además, establecer la agenda para obligar a los políticos y sus respectivas redes sociales a ofrecer herramientas serias para que los ciudadanos formen una opinión sobre los temas importantes del contexto político, económico y social.
Entre tanta comunicación basura la estrategia de diferenciarse, ser el cambio o ser disruptivos probablemente no sea seguir el patrón de la frivolidad, donde esta toda “la borregada política” sino ir a la propuesta seria, fundamentada, a la argumentación sólida y la información honesta. Veremos en las próximas campañas si hay valientes que se atrevan a poner la propuesta por encima del show cómo estrategia de comunicación política.
Alfredo Salazar Olivera