El 15 de junio del año 2021, la Comisión Directiva del Consejo Superior de Deportes (CSD) aprobó la profesionalización del fútbol femenino. A partir de ese momento, el por aquel entonces Secretario de Estado para el Deporte, José Manuel Franco, comenzó las negociaciones para la elaboración de unos estatutos que establecieran el marco de la competición.

Sin embargo, para alcanzar este objetivo hubo que esperar muchos meses, hasta el 15 de marzo del año 2022. Y no fue hasta el comienzo de la temporada 2022/2023 cuando se disputó el primer partido de fútbol profesional en España. De esta forma, actualmente, quitando la Liga F, el resto de divisiones que se encuentran por debajo no se consideran profesionales, sino fútbol amateur. 

A pesar de esta consideración, que cambiará con el lógico avance de los tiempos, en la Segunda División del fútbol femenino español, denominada bajo el nombre de Primera Federación Iberdrola, también se juega al fútbol tal y como lo conocemos. En esta categoría participan equipos de renombre como el Deportivo de La Coruña, Osasuna, el Espanyol o el Alavés o los filiales de FC Barcelona, Atlético de Madrid o Athletic Club

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Y las jugadoras que forman esta división padecen y sufren los mismos problemas que sus compañeras de la máxima categoría. Uno de los más importantes es el asunto de las lesiones, la lacra que ataca a todos los jugadores, y deportistas, temporada tras temporada. Para entender cómo y por qué se producen estas lesiones, especialmente numerosas en el fútbol profesional y no profesional femenino, EL ESPAÑOL ha intentado ir a la raíz del problema: entender cómo influye la genética de las jugadoras

Este medio habla con David Varillas, profesor e investigador de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV), para descubrir cómo el perfil genético de una jugadora influye en la cantidad y la gravedad de lesiones, de naturaleza ligamentosa y tendinosa especialmente, que padece a lo largo de una temporada. Y es que el último estudio liderado por este experto en genética y biología molecular acostumbrado a trabajar con deportistas de élite demuestra cómo podemos conocer desde las probabilidades que tiene una jugadora de padecer una lesión grave hasta las técnicas que reducen el riesgo a sufrir este tipo de percances.  

Así se planteó el estudio

Aunque muchos se resistan a verlo, la genética ya forma parte del deporte y, más particularmente, del fútbol. Los tiempos avanzan y aun hoy quedan ‘expertos’ que renuncian a subirse al tren del conocimiento o que utilizan las nuevas herramientas que la tecnología ofrece, pero en campos equivocados o con procedimientos insuficientes. 

Esto sucede especialmente con el conocimiento del cuerpo de los deportistas, vehículo fundamental para conocer situaciones tan delicadas como las lesiones. Saber cómo y por qué se lesiona un jugador es clave para descubrir si podemos predecir en cierto modo que se produzcan estos fenómenos que son nefastos para los intereses del futbolista y para los de la empresa que le paga, su club. 

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La respuesta a muchas de las preguntas que todos nos hacemos alrededor de las lesiones se encuentra en la genética. Así lo defiende David Varillas, profesor e investigador del Grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte (CAFyD) de la Universidad Francisco de Vitoria (UFV) y genetista, investigador y fisiólogo de deportistas profesionales a través de su empresa Sportnomics.

David ha liderado recientemente una investigación sobre los genes que están asociados con la epidemiología de lesiones de músculos, tendones y ligamentos en jugadoras de fútbol no profesional, es decir, de Segunda Divisón. Un trabajo largo y laborioso para llegar a respuestas increíbles.

“Este estudio nos ha costado mucho tiempo, cerca de año y medio. En el fútbol femenino cuesta más hacer este tipo de investigaciones. Incluso con una muestra mayor que en estudios de fútbol masculino nos ha costado más sacar adelante este proyecto”.

Para llevar a cabo este estudio se utilizó una muestra de 168 jugadoras de fútbol de clubes de la liga española de Segunda División con un perfil muy determinado: de ascendencia caucásica, mayores de 18 años, que se ejercitaran más de 3 días por semana en sesiones superiores a una hora y sin lesiones por contacto únicamente durante la temporada ni lesiones incapacitantes durante entrenamientos o partidos de fútbol en los 6 meses anteriores al inicio de la investigación.


Dos jugadoras del FC Barcelona ‘B’ celebrando un gol

RFEF

Con las protagonistas elegidas, el objetivo era examinar las frecuencias genotípicas de genes asociados con el riesgo de lesiones y la epidemiología en jugadoras de fútbol amateur y la etiología de estas lesiones. A pesar de que los tiempos están cambiando, el fútbol sigue siendo es el deporte más practicado en el mundo por niños y adultos.

Su naturaleza hace que sea considerado como uno de los cinco deportes en los que más riesgo de lesión existe. Y esto es así porque obliga al deportista, ya sea masculino o femenino, a realizar repetidamente acciones como aceleraciones y desaceleraciones repentinas, cambios rápidos de dirección, saltos o aterrizajes. Estas situaciones se producen además a alta intensidad y con el riesgo de sufrir colisiones y contactos que aumentan la probabilidad de sufrir algún tipo de daño.

Para conocer por qué se producen las lesiones en la élite, especialmente en el fútbol femenino, primero hay que saber por qué se generan estos problemas en la base del no profesionalismo, esa travesía por la que muchas jugadoras pasan antes de convertirse en las Alexia Putellas o Aitana Bonmatí que todos conocemos. 

David Varillas explica a EL ESPAÑOL cómo influye la genética en este campo: “Hemos visto unos genes que son diferenciales y que predisponen a la jugadora a lesiones, sobre todo en tendones y en ligamentos, y también que afectan a la severidad de estas lesiones”.

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Aunque este estudio se ha llevado a cabo con jugadoras de Segunda División y, por lo tanto, no se las podía considerar como deportistas profesionales en el momento en el que formaban parte de la muestra, lo cierto es que algunas ya han cruzado ese camino hasta la élite: “Ahora que sabemos cómo funciona el cuerpo del deportista amateur, el objetivo es llegar en uno o dos años al deportista profesional y poder hacer el mismo estudio. Algunas de las jugadoras que han estado con nosotros ya han dado el salto al fútbol profesional“. 

A pesar de estos descubrimientos, este investigador y experto en genética y biología molecular asegura que esto solo es el principio de un camino que necesita de mucha inversión de tiempo y de recursos para poder avanzar: “Lo que se sabe respecto a la relación entre genes y lesiones es en torno a un 10%”. 

Diferencias entre hombres y mujeres

Uno de los aspectos más destacados de esta investigación, y que explica en cierto modo por qué se producen tantas lesiones ligamentosas y tendinosas en el fútbol femenino no profesional, es la diferencia que existe entre hombres y mujeres. En resumidas cuentas, el cuerpo del varón está más preparado para lesionarse menos y recuperarse antes

Sin embargo, con el estudio adecuado y con el trabajo indicado, las féminas, incluidas las máximas estrellas, pueden reducir esta diferencia: “Hemos visto que el perfil genético que te permitía ser deportista masculino profesional no guarda relación con el deporte femenino amateur”.

“El cuerpo del hombre y de la mujer son muy diferentes. Respecto al tema de las lesiones, el cuerpo del hombre no está tan influido por el aspecto hormonal. Por ejemplo, a ellas les afecta mucho el ciclo menstrual, la pérdida de hierro que sufren durante esos días, su laxitud tendinosa… En el cuerpo del hombre hay un mayor componente muscular, más fuerza”. 

Estos factores juegan en contra del fútbol femenino: “Las mujeres son más propensas a las lesiones que los hombres. Durante algunas etapas de su vida sufren descompensaciones hormonales que les hacen más proclives a estos daños”.


Una jugadora del Alhama El Pozo FEM pelea un balón con la portera del Espanyol FEM

RFEF

Uno de los factores genéticos que provoca la aparición de lesiones en jugadoras de fútbol es que de media las mujeres presentan un índice de grasa corporal superior al de los hombres, especialmente en el campo amateur, donde la exigencia física se presupone menor a la élite. Por ello, David Varillas explica que la problemática de las lesiones no solo debe afectar a los servicios médicos, fisios y readaptadores, sino que debe ser un trabajo de club, empezando por la nutrición y por el propio deportista.

“Viendo qué tipo de alimentos le vienen mejor o peor a la jugadora podemos atacar este problema. Ahí la ayuda de la nutrigenómica es fundamental. Hay muchos casos de deportistas que tienen que comer muy poquito porque en cuanto aumentan la cantidad, engordan. Necesitan un mejor control de un nutricionista para adaptar la cantidad de hidratos de carbono y grasas que necesitan. Hay jugadoras que tienen un déficit y que hay que potenciarlas tanto para que no engorden como para que no se lesionen”. 

El hecho de que esto esté mucho más asentado en el fútbol masculino que en el femenino es uno de los aspectos que demuestra el camino que falta por recorrer: “El fútbol femenino debería ser como el masculino y debería cuidar a sus jugadoras diferenciales para que no recaigan en estos problemas”.

Sin embargo, empezar a relacionar genética con fútbol femenino ya es un avance. Aún así, como en cualquier campo por explorar, existen pasos en falsos como el que muchos estudios sostienen en relación al ACTN3, al cual consideran el gen de las lesiones. La investigación del equipo de Varillas sostiene como una de sus grandes aportaciones que la relación entre lesiones y genética proviene de otras fuentes.

Uno de nuestros mayores descubrimientos es que el ACTN3 no influye en las lesiones deportivas. Solo es un gen que influye en la cantidad de potencia y fuerza que los jugadores de fútbol desarrollan en sus músculos. Nosotros hemos demostrado que un solo gen no puede determinar un aspecto con tantos factores como son las lesiones. Son el cómputo de varios genes, la epigenética y el entorno del jugador lo que influye a su rendimiento y a la producción de las lesiones”. 

La rodilla, el punto clave

Uno de los principales pilares de este estudio es demostrar que el origen de tantas lesiones tendinosas y ligamentosas en el fútbol femenino amateur tiene un factor genético. Por ello, es fundamental intentar confirmar que existe una relación entre los diferentes perfiles de las jugadoras que sufren tanto más lesiones como las lesiones más graves. 

Uno de los factores que marca este tipo de investigaciones es la proliferación que hay en el fútbol femenino, tanto profesional como amateur, de lesiones graves de rodilla. La repetición de este fenómeno no es casualidad: “El campo en el que más sufren las mujeres es en el de las lesiones tendinosas y ligamentosas como en roturas de cruzado o esguinces de tobillo”.

David Varillas aprovecha su conocimiento para analizar en EL ESPAÑOL también casos como el que sufre el Real Madrid esta temporada: “Las lesiones de cruzado en el fútbol femenino han sido multitud, aunque ahora también lo son en el masculino. Que varios jugadores se lo rompan en pocos meses como ha sucedido en el Real Madrid no había pasado nunca y eso llama la atención desde el punto de vista genético“.

La rotura del ligamento cruzado anterior como la que han sufrido esta temporada futbolistas como Militao, Alaba o Gavi se ha convertido en el gran temor de jugadores y jugadoras. No obstante, ellas lo tienen más complicado, ya que como indica el estudio de liderado por Varillas, el riesgo de sufrir estas lesiones es al menos dos veces mayor en mujeres que en hombres. Como decíamos antes, ellas lo tienen un poco más difícil para escapar. 

Hay un patrón genético que se repite, podemos dar luz y conocimiento sobre el perfil propenso a sufrir estas lesiones.

Sin embargo, lo que este tipo de investigaciones defienden es que gracias a la genética podemos reducir el riesgo y la probabilidad de rompernos: “Hay un patrón genético que se repite y en Sportnomics hemos visto cerca de 200 genes que pueden influir en las lesiones tendinosas y ligamentosas. Podemos dar luz y conocimiento a los servicios médicos, preparadores físicos y readaptadores para evitar que se produzcan estas lesiones de tan larga duración. Eso es importantísimo para las jugadoras, para su rendimiento y para su club”.

Varillas defiende que “la clave” está en que “hay un perfil genético que es más propenso a este tipo de lesiones”. Por ello, analizando la carga genética de una jugadora se puede establecer una carga de trabajo específica e incluso un plan de alimentación y descanso que reduzca al máximo el riesgo de lesión.

Dentro de las complicaciones que suponen las lesiones de rodilla, este experto asegura también que otro factor que demuestra el peso de la genética en estas situaciones es la cantidad de deportistas que se vuelven a romper después de haber tenido una primera dolencia grave: “Cuando un jugador se lesiona de cruzado, es muy probable que se vuelva a romper. Ahora vemos el caso de Courtois, que ha vuelto a tener otra lesión de rodilla. También está el caso de Canales, de Asenjo y de tantos otros”.

“Hay un perfil genético del jugador que tiene una lesión grave tendinosa o ligamentosa que provoca que se vuelva a romper. Otro caso es el de Alexia Putellas, que se rompió el cruzado y se ha tenido que volver a operar en la rodilla. Predecir esto es fundamental ya que se puede saber más o menos la probabilidad que tiene un jugador a sufrir estas lesiones“.


Alexia Putellas se duele de una lesión

Estas situaciones son todavía más agresivas en el lado del fútbol femenino: “La rodilla y el tobillo son los puntos débiles del cuerpo de las mujeres. Las lesiones de ligamentos son las que más se repiten porque las lesiones musculares cada vez se conocen mejor y se trabajan más. Los problemas ligamentosos y tendinosos se han dejado de lado”.

Por ello, Varillas apunta hacia todos los frentes: “Que los preparadores físicos, los nutricionistas y los readaptadores tengan este conocimiento es clave para que los jugadores que tengan más riesgo puedan evitarlo con trabajos específicos o con potenciación muscular para proteger su carrera deportiva. Desde la genética se puede proteger al jugador“. Sin embargo, muchos clubes aún son reacios a abrir sus puertas al avance de los tiempos.

Un factor que afecta especialmente a las lesiones de rodilla, especialmente en mujeres, son los niveles de producción de colágeno. Algunos de los genes asociados con el mayor riesgo de lesiones de músculos, tendones y ligamentos incluyen aquellos relacionados con la composición del colágeno y la elastina, que son proteínas estructurales claves en tejidos como ligamentos y tendones.

A veces, la respuesta que no encontramos sobre el origen de la lesión está en esta sustancia. Saber cuánto produce nuestro cuerpo de manera natural depende de la genética y solventar este problema, de la nutrición: “La producción de colágeno está determinada por la dieta que tomamos y por la genética. Tenemos muchos genes que influencian su producción.

La poca aportación de colágeno provoca muchas lesiones. Los jugadores no conocen su propia genética.

“Sin embargo, si no lo producimos de forma natural, lo tienes que aportar a través de la dieta tomando alimentos como aletas de tiburón, manitas de cerdo, alitas de gallo… Si genéticamente no puedes producir colágeno y tampoco lo aportas a través de tu dieta, vas a tener más riesgo a tener lesiones porque tus tendones son menos flexibles”. 

“La poca aportación de colágeno es uno de los motivos por los que hay tantas lesiones. Los jugadores no toman el suficiente colágeno ni tampoco toman suplementación. Esto es porque los jugadores no conocen su propia genética y por ello no adaptan su alimentación a lo que de verdad necesitan y eso se traduce en lesiones”.

‘Se juega como se entrena’

Hay una frase que podría servir para definir todas las semanas de todos los equipos de cualquier deporte en el mundo. “Se juega como se entrena”. Atribuida en algunos foros al mítico Helenio Herrera y utilizada después por leyendas como Zinedine Zidane, Ronald Koeman o Luis Aragonés, estas palabras también tienen su eco en la genética. 

Y es que uno de los motivos por los que se producen tantas lesiones en el campo amateur y especialmente en el fútbol femenino no profesional es porque no se entrena a la intensidad que se debería. A un jugador, sea del nivel que sea, se le presupone que da su máximo durante un partido. Sin embargo, solo aquellos que se dedican profesionalmente se exigen a un nivel cercano en los entrenamientos. Esa diferencia provoca que el cuerpo no llegue preparado cuando le pedimos la mayor intensidad. 


Una jugadora del Atlético de Madrid ‘B’ durante un partido

Atlético de Madrid

“En el fútbol profesional, un jugador da el 120% o el 150% en un partido y en un entrenamiento también dan casi el máximo para demostrarle al entrenador que quiere jugar y que merece el puesto”. Mientras tanto, en el fútbol no profesional existe la duda de si el esfuerzo en el entrenamiento es mucho menor al del partido. “En el fútbol profesional eres profesional desde que entrenas hasta que juegas”. 

La investigación liderada por David Varillas presenta además la conclusión de que esta circunstancia es mayor en el fútbol femenino amateur: “Los entrenamientos deberían ser más intensos para no llegar sin preparación a los partidos y evitar así lesiones. Se les debería motivar más”. 

El encadenamiento de esta tendencia provoca que cuando una jugadora pasa del campo amateur al profesionalismo en la mayoría de los casos no está ni mucho menos preparada físicamente: “El fútbol femenino necesita más trabajo físico e implementar trabajos de fuerza para evitar tantas lesiones, las cuales hemos visto que están relacionadas con genes en los que influyen en la fuerza y la explosividad”.

“Creemos que no se trabaja lo suficiente en el día a día. No se prepara al futbolista para soportar los esfuerzos máximos que se le piden”. Otra evidencia más de lo que le falta al fútbol femenino todavía por crecer a pesar de que con el paso del tiempo, la exigencia en los entrenamientos y en los partidos han aumentado considerablemente en el fútbol femenino. Los resultados que presenta este estudio muestran una menor gravedad de las lesiones en el genotipo CC en comparación con el genotipo TT. Por otro lado, el genotipo GG y el alelo G conducen a mayores riesgos de lesiones en entrenamientos en jugadoras de fútbol amateur.

Las lesiones en el fútbol femenino, en datos

Para llevar a cabo este estudio, el equipo del profesor Varillas ha recolectado muestras de 168 jugadoras con hisopos SARSTED mediante frotis bucal. Después, estas muestras se mantuvieron refrigeradas hasta el genotipado. La extracción de ADN de los hisopos se realizó mediante extracción automática utilizando un equipo QIACube y de acuerdo con la Declaración de Helsinki para la Investigación con Humanos de 1964.

Para notificar estas lesiones el personal médico de los diferentes equipos proporcionó la fecha de la lesión, su aparición, el lugar de la lesión (entrenamiento o partido), la posición de la jugadora, la ubicación de la lesión, el tipo de lesión y también se registró la gravedad de la lesión basada en el tiempo de inactividad ya fuera leve, moderada o grave. Solo se tuvieron en cuenta las lesiones sin contacto excluyendo las lesiones causadas por una colisión con otro jugador o un objeto. Así se obtuvieron algunos datos interesantes.

Distribución de las lesiones

  • En total, 93 (55,4%) jugadoras de fútbol sufrieron una lesión sin contacto durante la temporada, para un total de 169. Las 75 jugadoras restantes (44,6%) no sufrieron lesiones durante la temporada. 3 de ellas fueron óseas, 92 en articulaciones y ligamentos, 73 en músculos y tendones y 1 en el sistema nervioso. 96 fueron leves, 44 moderadas y 29 graves. 26 de estas lesiones fueron recurrentes. De las 169 lesiones sin contacto analizadas, 99 (58,6%) se produjeron en partidos, mientras que 70 (41,4%) se produjeron durante los entrenamientos.
  • Respecto a las lesiones musculoesqueléticas (70) no había diferencia de polimorfismos entre jugadoras lesionadas y jugadoras no lesionadas. Sin embargo, respecto a las lesiones de tendones y ligamentos, sí existe una frecuencia significativamente mayor del genotipo TT en jugadoras lesionados respecto a las no lesionadas (33,7% versus 14,3%, respectivamente) y una frecuencia menor del CC en jugadoras lesionadas respecto a las no lesionados (4,3% versus 53,2%).
  • De las 169 lesiones sin contacto analizadas, 99 (58,6%) se produjeron en partidos, mientras que 70 (41,4%) se produjeron durante los entrenamientos. La distribución del genotipo fue diferente mostrando que el genotipo GG tuvo una mayor frecuencia en las lesiones de entrenamiento en comparación con las observadas en los partidos (29,2% versus 6,1%, respectivamente). Y un polimorfismo mostró una mayor frecuencia del genotipo CA en jugadoras lesionadas en partidos que en aquellas lesionadas durante el entrenamiento (32,4% versus 8,3%).
  • En total, 29 (17,1%) lesiones fueron graves, mientras que 140 (82,9%) no fueron graves. El genotipo TT está asociado a las lesiones graves.

La importancia de esta investigación es que demuestra por primera vez que la genética puede ser un factor significativo en la predisposición a aumentar el riesgo epidemiológico en las lesiones de jugadoras de fútbol, especialmente lesiones de tendones y ligamentos. Por ello, que cada vez más clubes de cualquier nivel se atrevan a dar pasos en este campo es fundamental.

Con el perfil del genoma completo de una jugadora podemos entender cómo surgen las lesiones musculares, tendinosas y ligamentosas. Así, sabemos qué déficit y superávit naturales tiene un organismo para poder llevarlo a su máximo nivel”. 

En este aspecto, David Varillas habla con conocimiento de causa tal y como reconoce a EL ESPAÑOL: “Nosotros en Sportnomics hemos hecho el perfil genómico de varios jugadores y hemos conseguido que no se lesionen en dos o tres años. Sabemos cómo es su genética y hemos adaptado su preparación y su alimentación, e incluso su posición en el campo, para sacar su máximo rendimiento y que sean jugadores diferenciales”.

Esta investigación es la primera en demostrar que el riesgo de lesiones y la epidemiología en jugadoras de fútbol no profesional están asociados con una combinación de genes: “Nosotros aportamos ciencia y conocimiento para cambiar el fútbol y el deporte, pero muchas veces nos damos golpes contra la pared”.

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